El carbonero común es el mayor de los páridos, familia de pájaros esencialmente forestales.

De unos 14 cm. de largo (del pico a la cola), con cabeza negra, mejillas blancas, y vientre amarillo excepto la destacada banda negra que va de la garganta al vientre.

Dorso gris azulado.

Durante el invierno vagabundean por el bosque en grupos multiespecíficos donde suele haber herrerillos comunes, herrerillos capuchinos, reyezuelos, mitos, dándose una asociación temporal que se supone les aporta ventajas frente a los predadores.

Europa y Asia hasta el límite latitudinal del bosque (excluye la tundra ártica donde las condiciones de congelación permanente del suelo, permafrost, impiden el desarrollo de bosques).

En la península es abundante en todas las regiones.

Sedentario, apenas efectúa movimientos en altitud cuando lo exige la crudeza del invierno.

Bosques de todo tipo, tanto coníferas como planifolios, perennifolios como caducifolios.

Usa agujeros en los árboles, en muros de piedra, ramas huecas, o cajas anideras, para construir su nido tapizado de musgos donde habitualmente saca dos polladas seguidas.

Frecuenta asimismo huertos y tierras cultivadas en las lindes de los bosques, siempre que tengan arbolado.

Frecuentemente oímos al carbonero antes de verlo porque se mueve en grupos familiares que se mantienen conectados mediante sus reclamos característicos, muy metálicos y sonoros. Durante la cría de sus pollos es más discreto y apenas se oirán sus reclamos.

Se alimenta de todo tipo de insectos asociados a la vegetación arbórea, especialmente orugas folífagas en primavera, cuando coinciden la apertura de las hojas tiernas con las múltiples especies de orugas y el nacimiento de sus polluelos.

También come frutos, yemas y semillas.

Ubiquista, en todas las masas forestales y huertos arbolados.

Desde los pinares más altos de Sª. Nevada a las manchas de Pino carrasco de La Costa.